“El Estado ha renunciado a su responsabilidad en la
ejecución de obras y servicios públicos. Ahora el sector privado decide qué
proyectos se necesitan y donde. Los municipios tendrán menos canon porque esos
recursos ya no irán al Tesoro Público sino donde la empresa privada decida.
Obras por Impuestos hará que los recursos de todos (los impuestos) se destinen principalmente al propio beneficio de las empresas”.
Podemos escribir muchas críticas al mecanismo Obras por
Impuestos, como en el párrafo anterior. Creo sin embargo, que aún existe desinformación
sobre cómo funciona este nueva modalidad. Empecemos por el principio.
Obras por Impuestos es un mecanismo que permite a los
municipios y regiones ejecutar proyectos de inversión pública con participación
de la empresa privada en el financiamiento. Es decir, la empresa privada pone
la plata HOY, con cargo a sus impuestos, los cuales son reconocidos por el MEF
mediante certificados (CPRIL); y los municipios lo pagan en cómodas cuotas
anuales, con cargo a sus ingresos futuros estimados por canon. El sector
privado actúa como financista, pero el que paga la cuenta sigue siendo el
Estado.
¿Cuál es la ventaja? Primero, y la más importante a mi
juicio, es que los municipios tendrán mayor capacidad financiera. Si antes
contaban con su típico presupuesto anual, ahora puede hacerlo con una línea de
crédito multianual. Es como pasar de la tarjeta de débito a una tarjeta de
crédito. Y eso para qué sirve? Pues para financiar mucho más proyectos y obras.
Por ejemplo, el Municipio de Huamanga tiene un presupuesto anual para
inversiones de 51 millones, pero con Obras por Impuestos, puede financiar hoy
proyectos hasta 109 millones (fuente MEF).
Segunda ventaja. El tener como financista al sector privado,
mejora sensiblemente las condiciones para un buen proyecto: i) el adecuado
diseño, y ii) la velocidad y calidad de la ejecución. Por qué? Porque ninguna
corporación arriesgará su marca y prestigio con un puente caído, un colegio
malhecho o una planta de agua que no funciona; o peor, de estadios vacíos u
otros elefantes blancos. Y por qué la empresa privada sería más ágil. Porque buscará
recuperar y cobrar los certificados de su plata invertida lo más rápido posible.
Tan simple como eso.
Tercera ventaja. Obras por impuestos acerca al Estado al
sector privado y viceversa. Eso quiere decir, que cada uno aprende de las
virtudes del otro. En el caso del Estado, a dejar de pensar las obras
minimizando costos y más bien a maximizar calidad, que es la lógica privada. En
el caso de la empresa, a entender el interés público y el costo beneficio social
cuanto se gastan los impuestos.
Existen desventajas? Diría que más bien riesgos y desafíos,
especialmente para el Estado en sus niveles municipales y regionales. La
decisión política es fundamental. Por razones profesionales, he observado y asistido con la
empresa privada a autoridades locales con mucha expectativa para aplicar Obras
por Impuestos. Por ejemplo, el alcalde de Chinchero quien busca que su distrito
sea un verdadero centro turístico de nivel A1, ahora que contará con aeropuerto
internacional. Otro ejemplo, el alcalde de Ventanilla Callao que ha priorizado
mejorar la infraestructura educativa pero también los espacios de recreación y
áreas verdes en Pachacutec. Pero la decisión política necesita estar acompañada
de buenos equipos técnicos. Tanto las oficinas del SNIP como de las gerencias
de obras que se encargarán de la supervisión de la obra, necesitan siempre ser
apoyadas, y en los casos necesarios, reforzadas. El acompañamiento del MEF y de
PROINVERSION siempre serán bienvenidos.
No es cierto que con este mecanismo, la empresa privada
decide que obras hacer y donde. La ley establece que eso es decisión exclusiva
del concejo municipal o regional, ni siquiera del Alcalde o Presidente
Regional. Por supuesto, esta responsabilidad exige que esos niveles de gobierno
tengan claro las prioridades de desarrollo de su gente y de su territorio.
Mientras ello no exista o sea muy débil, las prioridades del gasto seguirán
siendo cambiantes y poco efectivas, independientemente de Obras por Impuestos.
Como siempre, el desafío más importante es el riesgo de
alcanzar altos niveles de informalidad y corrupción. Hoy, esos niveles ya están
en niveles críticos en muchas regiones del país. No exageramos ni faltamos a la
verdad con esta opinión. Obras por Impuestos no está diseñado para resolverlo,
pero tampoco puede ser una herramienta que en lugar de reducir el problema, lo
agrave. Ello no es solo tarea de la Contraloría y de la Fiscalía, es
principalmente de los gobiernos regionales y locales.
Un escenario realista puede ser escéptico a que la
informalidad y corrupción se reduzcan en el Perú. Pero un escenario un poco más
optimista, sin ser muy entusiastas, puede llevarnos a un incremento de la
calidad y velocidad de ejecución de obras, y en consecuencia una reducción
sustancial de las brechas de infraestructura y servicios públicos. Y eso ya nos
pone un paso adelante.
m/p