El gobierno acaba de aprobar, mediante Decreto de Urgencia, una medida “extraordinaria”: dictar el funcionamiento de la administración pública todos los días, incluido sábados, domingos y feriados.
La medida puede provocar inicialmente la aceptación de los ciudadanos, que tenemos la imagen que la burocracia es lenta e ineficiente. Ahora, se les obliga a trabajar más y eso siempre suena bien. Pero fuera de la reacción de la tribuna, es bueno ponerse a pensar la efectividad y la utilidad de la norma.
Veamos. Desde el punto de vista económico, la medida es incompleta y por lo tanto, muy poco útil. Pongamos un ejemplo sencillo. Imagine ud una fábrica de zapatos con 10trabajadores que produce 100 pares de zapatos a la semana, es decir, cada trabajador produce 10 pares de zapatos a la semana (productividad media le dicen los economistas). El dueño decide que desde ahora, también se produce zapatos los fines de semana y los feriados, con los mismos 100 trabajadores y con el mismo sueldo. La pregunta es, los trabajadores van a producir más de 100 zapatos a la semana? Es decir, los trabajadores van a ser más productivos? Mi impresión es que no, salvo que se tomen medidas complementarias, pero que cuestan.
Hace unos 5 años, Francia tomó una medida con los mismos objetivos, muy polémica por cierto, aunque sustentada en estudios técnicos desde su oficina de gestión pública. Dictó la reducción del horario de trabajo de 40 horas a 35 horas a la semana. La medida tenía dos propósitos: 1) elevar la productividad media del trabajador, al obligar a producir lo mismo en menos tiempo y 2) elevar el nivel de empleo, al liberar horas para la contratación de nuevo personal, pues el horario de atención por semana es el mismo. Los estudios decían que había tiempos muertos en el horario normal, es decir, que se podía hacer lo mismo pero en menos tiempo. En consecuencia, para qué voy a pedir a un trabajador 40 horas si lo puede hacer en 35?. El incentivo claro está, es que por menos horas, el trabajador recibe el mismo sueldo (no hay presión fiscal), pero el gobierno logra aumentar su productividad y todos ganamos. En el caso del Perú, donde está ese incentivo?
Ciertamente, lo que interesa para el ciudadano es que la burocracia sea rápida y ágil, que los trámites no demoren y se hagan bien. Lo que no logro entender es cómo obligando a trabajar fines de semana y feriados, eso va a mejorar. Si no tengo incentivos para que el funcionario público trabaje más, cómo esperar mejores resultados?. Claro, existe el “incentivo” que si no viene a trabajar, pierde el trabajo, pero eso es muy limitado. Lo que va a suceder es que lo que no hizo el miércoles, lo hará el domingo, pero nada más.
Un escenario muy malo, y que se ha observado ya en las medidas para acortar plazos “por decreto” (ver casos SNIP, Licitaciones, concursos, etc) es, como muchas reglas en el Perú, simplemente no se cumplen o se cumplen tan mal que es como si no se cumplieran. El daño para la institucionalidad es enorme, porque petardea el respeto a las normas, al orden y al sentido de las reglas. Pienso que la medida es improvisada, sin prejuicio de la pésima costumbre de aprobar por Decreto de Urgencia, puenteando al ya irrisorio Congreso de la República.
Alternativas? Existen ciertamente. Mi primera recomendación es que se evalúe los efectos de medidas similares, para saber su verdadera utilidad y las causas que explican sus resultados. La segunda es que se apunte a elevar productividad, dando incentivos sin costo fiscal a los que quieran trabajar los fines de semana y feriados (acceso a cursos de formación calificados, días a cuenta de vacaciones, etc). Y tercero, que los plazos administrativos no afecten la calidad de los servicios públicos, y para eso es necesario revisar bien los resultados de la primera recomendación. Nada peor que un producto mal hecho por apurados, eso sí que es muy malo.
22 de octubre 2009
m/p
jueves, 22 de octubre de 2009
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