Así como es conocida mi fuerte crítica al Proyecto del Tren Eléctrico, también he dicho públicamente que todos necesitamos que el Tren funcione bien. Y cuando digo todos, no solo es el municipio y el Ministerio de transportes, sino sobre todo los limeños. Por qué digo esto? Pues porque la decisión ya está tomada, y no podemos llorar sobre la leche derramada sino buscar como le sacamos el jugo a tremenda megainversión en Lima.
Sigo creyendo que es útil resaltar los errores del proyecto, para que en el futuro no volvamos a repetirlos. La principal sin lugar a dudas es el trazo, pésimamente definido porque la Av Aviación no justifica ni siquiera un Metropolitano, sino a las justas un corredor liviano con buses. El Tren tiene un problema jodido de demanda, y por más exclusividad a 400m a los costados, dificilmente podrá llenar sus vagones. El problema no es marginal porque significa un subsidio sangrante para toda la vida en muchos muchos millones. Esta crítica ha sido materia de mucha discusión (ver artículo del Banco Mundial en su libro PERU, 2008)
Creo asimismo que el Tren es un proyecto que expresa corrupción (especialmente en su fase inicial en los 80s) e improvisación, además de un voluntarismo político caprichoso (hoy). El Tren está lejos de ser un proyecto serio de transporte urbano para la ciudad. Sin estudios de pre inversión que lo sustenten ni una evaluación técnica, el Tren ha sido hecho al caballazo, y lo peor, será inaugurado también al caballazo. Ni Andrade, ni Castañeda, ni ahora Susana Villarán han participado en este proyecto. Castañeda quiso y se dio cuenta que era un presente griego y prefirió que el gobierno nacional asuma las enormes sobrefacturas. No gracias Alan, hazlo tú.
Es muy difícil ser crítico de una obra que muchos limeños sueñan. Un metro es señal de modernidad, nos pone en el mismo nivel que las mejores ciudades del mundo. Hasta podemos sentirnos orgullosos. Sí, estará bonito el Tren, pero beneficiará a 1% (y eso!) de la demanda de Lima. Y el resto? Hacemos más trenes, más metros? Alcanza la plata para que TODOS no solo veamos un lindo tren sino que lo usemos y nos beneficiemos?
Pero el Tren ya está hecho. Como decimos los economistas, los 1500 millones de dólares invertidos, quizás más, es costo hundido. Tenemos que hacer para que el Tren funcione. Cómo haríamos?
Primero, no volver a cometer los mismos errores. Un sistema de transporte masivo como un metro o un tren tiene que hacerse en corredores que lo justifiquen. Cuáles son los corredores de Lima que tienen más demanda? Son 9 según el último estudio disponible de JICA, pero 4 son los que mueven más de 600.000 pasajeros día: 1) Via Expresa-Tupac Amaru 2) Javier Prado-La Marina 3) Panamericana Sur - Evitamiento y 4) Carretera Central-Nicolás Ayllón-Venezuela. Un poco más rezagados tenemos la Panamericana Norte, la Av Primavera-Ejercito y la Av Proceres – Wiese en SJL por donde pasará el tramo 2 del Tren y que, no queda otra, tiene que hacerse.
Segundo, no comprometer recursos de operación hasta que exista un flujo de trenes que justifique los recursos para el funcionamiento del sistema. Inaugurar el Tren el 11 de julio con 4 trenes es la misma irresponsabilidad que cuando lo inauguraron en 1988. Un chiste, solo para la foto. Algunos consideran que es mejor que el tren pase cada media hora de aquí hasta el 2013 que llegan los nuevos vagones, a que no pase nada y tengamos toda la infraestructura parada. Depende pues. Lo pongo a funcionar si hay demanda que lo justifique, porque si van a pasar 50,000 pasajeros al día, eso es menos de lo que mueve la Av Salaverry y para eso no gastamos 90 millones en subsidios de los impuestos de todos los peruanos.
Tercero, el Tren tiene que formar parte del sistema integrado de transporte de la ciudad. Y eso significa una sola autoridad de Transporte bajo la batuta de la municipalidad de Lima. No puede ser que el Tren tenga un sistema de boletaje distinto al Metropoltano 1 o al futuro Metropolitano 2 y de los corredores nuevos complementarios, un absurdo! Por qué el MTC no se tomó la molestia de coordinar eso tan simple con el municipio? Ahora tenemos que invertir más dinero para corregir. Lo más importante aquí es que cualquier el Tren tiene que integrarse al sistema, y allí hay un trabajo con los posibles alimentadores de rutas para que los vagones estén llenos. Por supuesto, esa idea de hacer el Tren 2 en el mismo trazo que el Metropolitano 2 es un absurdo superlativo. El MTC tiene que dejar que la Autoridad de Transporte defina eso.
Cuarto, el Tren necesita invertir en el territorio donde afecta, tanto en sus beneficios como en sus costos. Los beneficios se conocen, pero los costos existen y pueden ser muy altos. No puede volver a suceder lo que pasó con el Metropolitano en Barranco y Chorrillos, una vergüenza. Lo que ahora existe en San Juan, en Villa es grave y los alcaldes tienen todo el derecho a pitear. El Tren divide y no integra, y eso se tiene que corregir con inversiones complementarias. Puentes, acceso, seguridad vial, para que los peatones, conductores, usuarios no tengan una mole de fierro, cables y columnas que les impida circular y hacer su vida normal.
Quinto. Se pudo haber hecho mejor el Tren ? Sí, mucho mejor y nos habríamos ahorrado muchos recursos hasta para hacer otros Metropolitanos. Sirve de algo lamentarse? No, no sirve nada. Lo que sí sirve es sacar las lecciones aprendidas, y de eso se trata las críticas, para que no se repita. Lima necesita más trenes y metros? Puede ser, pero lo que sí estoy seguro es que no necesitamos otro Tren con baja demanda ni desarticulado del sistema de transporte. El MTC no puede definir un proyecto para Lima sin antes haberse de acuerdo con su municipio. Es más, es Lima quien debe ejecutar la inversión, con el apoyo del gobierno nacional como en el Metropolitano.
Tenemos que pensarla mejor, porque esa época en que el político subía a un helicóptero y decidía “aquí se hace el proyecto”, ya terminó. Ahora los ingenieros, los economistas y los ambientalistas tienen muchas cosas que decir para que los políticos tomen buenas decisiones.
m/p
domingo, 3 de julio de 2011
El cemento y el buen gobierno
Ahora resulta que gobernar bien es hacer obras y poner cemento por todos lados. No es un fenómeno que solo se ve en el Perú, lo es en todo el mundo. Pero también es cierto que en los mejores gobiernos la piensan antes de gastar la plata. Osea, saben gastar y créanme, buena parte no va al ladrillo y al cemento.
En las últimas semanas ha habido un cargamontón de críticas a la gestión municipal de Lima, sumado a una enorme presión por presentar resultados y ejecución de obras. Cemento Alcaldesa, dónde está el cemento? También se reclama con altos decibeles que se resuelva el caos ambulatorio, el terrible tráfico y la preocupante seguridad ciudadana. Orden y limpieza, ahora!
Mi impresión es que aquí tenemos un tema de fondo: la nueva forma de gobernar. Y esto ha generado oposición en varios sectores conservadores (orden, orden, orden!) y ha provocado resistencia en otros sectores (dónde está la efectividad y las obras?). Hay una diferencia sustancial entre estos dos grupos. Los que se oponen saben como gobierna la izquierda progresista y liberal, y eso no les gusta. Los que se resisten, la gran mayoría creo yo, no la conocen y, hasta no ver cambios, preferirán lo malo conocido a lo bueno por conocer. Creo que en Lima, el primer grupo es minoritario y el segundo donde más tenemos que trabajar.
Cemento, cemento, cemento. Los que defienden y extrañan la gestión del exAlcalde-Gerente dicen que era una máquina de resultados y de obras desde el primer año. Denle una leída a la memoria anual 2003: tres obras concluidas (sí, solo tres), dos de ellas heredadas por Andrade y un puente peatonal, muchas escaleras y algunos complejos deportivos, that´s all folks como diría Porky. Empezó varias obras? Sí, exactamente 14, inaugurando el mercado Las Malvinas al final del año. No está mal, pero muy lejos de lo que ahora exigen. Hay que recordar como empezó uno para luego recordarle al otro como debe empezar. Estoy seguro que esa valla será largamente superada en la gestión de Susana Villarán.
La efectividad de una gestión tiene varios rostros. En el Perú, con mucha pena he observado formas de gobernar donde el populismo y el clientelismo han sido los protagonistas en las decisiones de gobierno. Pan y circo, cemento intrascendente y corrupto, actividades “artístico-musicales” con refrigeradoras y colchones para regalar, escuelas con piscinas y estadios de futbol pero donde los chicos no entienden lo que leen y no saben sumar fracciones.
Siempre he dicho que en nuestro país hay tres culturas muy dañinas en las formas de gobernar: 1) la cultura del antibiótico, y esa pésima costumbre de curar todas nuestras enfermedades buscando una pastilla rápida y milagrosa. 2) la cultura del Mesías, y esa baja autoestima donde un externo vendrá del cielo y solucionará nuestros problemas y 3) la cultura del cemento, donde trabajar es hacer obras y más obras, aun si no sirven para nada, en una práctica irresponsable por gastar la plata y recibir aplausos.
Yo digo que Lima necesita autoridad y orden, así como proyectos de inversión, por supuesto. Transportes, seguridad y limpieza son prioridades. Pero también déjenme decirles que Lima necesita cambiar costumbres, reforzar sus valores ciudadanos, recuperar la confianza entre autoridades y vecinos, y entre los mismos limeños. Y esos son intangibles que esta gestión municipal insistirá tercamente.
Tenemos que recuperar la decencia y la honestidad en la gestión pública. Y eso no se predica, se practica y toma tiempo. Hacer obras, hacer licitaciones, hacer compras en forma transparente, responsable y abierta para que vengan los mejores a invertir en la municipalidad y no puro maestrito informal o lobbysta inescrupuloso.
También debemos respetarnos como ciudadanos. Así como exigimos limpieza, orden y autoridad, también debemos exigir libertad de expresarnos, de recibir un buen servicio, de no ser discriminado, de ser escuchado. Lima es una ciudad donde aun persiste intolerencia, racismo y discriminación, y eso es inaceptable. La autoridad municipal tiene una obligación para corregir estos graves problemas públicos.
Necesitamos recuperar la confianza entre el vecino y la autoridad municipal. Las mejores instituciones públicas construyen burocracia competente con mejor comunicación, mejor trato al vecino, mayor transparencia. Debemos aprender a exigir calidad de servicio y el funcionario debe trabajar para eso.
Finalmente, una autoridad municipal debe ser un ejemplo y un referente de convicciones y credibilidad. Un político no puede ser un mentiroso, o un pendejo que habla para la tribuna y luego hace lo que la da la gana. Necesitamos recuperar a los estadistas, para que nuestros jóvenes encuentren en los gobernantes esa verdadera vocación de servicio que los llame a trabajar y colaborar para su ciudad y su país.
En las últimas semanas ha habido un cargamontón de críticas a la gestión municipal de Lima, sumado a una enorme presión por presentar resultados y ejecución de obras. Cemento Alcaldesa, dónde está el cemento? También se reclama con altos decibeles que se resuelva el caos ambulatorio, el terrible tráfico y la preocupante seguridad ciudadana. Orden y limpieza, ahora!
Mi impresión es que aquí tenemos un tema de fondo: la nueva forma de gobernar. Y esto ha generado oposición en varios sectores conservadores (orden, orden, orden!) y ha provocado resistencia en otros sectores (dónde está la efectividad y las obras?). Hay una diferencia sustancial entre estos dos grupos. Los que se oponen saben como gobierna la izquierda progresista y liberal, y eso no les gusta. Los que se resisten, la gran mayoría creo yo, no la conocen y, hasta no ver cambios, preferirán lo malo conocido a lo bueno por conocer. Creo que en Lima, el primer grupo es minoritario y el segundo donde más tenemos que trabajar.
Cemento, cemento, cemento. Los que defienden y extrañan la gestión del exAlcalde-Gerente dicen que era una máquina de resultados y de obras desde el primer año. Denle una leída a la memoria anual 2003: tres obras concluidas (sí, solo tres), dos de ellas heredadas por Andrade y un puente peatonal, muchas escaleras y algunos complejos deportivos, that´s all folks como diría Porky. Empezó varias obras? Sí, exactamente 14, inaugurando el mercado Las Malvinas al final del año. No está mal, pero muy lejos de lo que ahora exigen. Hay que recordar como empezó uno para luego recordarle al otro como debe empezar. Estoy seguro que esa valla será largamente superada en la gestión de Susana Villarán.
La efectividad de una gestión tiene varios rostros. En el Perú, con mucha pena he observado formas de gobernar donde el populismo y el clientelismo han sido los protagonistas en las decisiones de gobierno. Pan y circo, cemento intrascendente y corrupto, actividades “artístico-musicales” con refrigeradoras y colchones para regalar, escuelas con piscinas y estadios de futbol pero donde los chicos no entienden lo que leen y no saben sumar fracciones.
Siempre he dicho que en nuestro país hay tres culturas muy dañinas en las formas de gobernar: 1) la cultura del antibiótico, y esa pésima costumbre de curar todas nuestras enfermedades buscando una pastilla rápida y milagrosa. 2) la cultura del Mesías, y esa baja autoestima donde un externo vendrá del cielo y solucionará nuestros problemas y 3) la cultura del cemento, donde trabajar es hacer obras y más obras, aun si no sirven para nada, en una práctica irresponsable por gastar la plata y recibir aplausos.
Yo digo que Lima necesita autoridad y orden, así como proyectos de inversión, por supuesto. Transportes, seguridad y limpieza son prioridades. Pero también déjenme decirles que Lima necesita cambiar costumbres, reforzar sus valores ciudadanos, recuperar la confianza entre autoridades y vecinos, y entre los mismos limeños. Y esos son intangibles que esta gestión municipal insistirá tercamente.
Tenemos que recuperar la decencia y la honestidad en la gestión pública. Y eso no se predica, se practica y toma tiempo. Hacer obras, hacer licitaciones, hacer compras en forma transparente, responsable y abierta para que vengan los mejores a invertir en la municipalidad y no puro maestrito informal o lobbysta inescrupuloso.
También debemos respetarnos como ciudadanos. Así como exigimos limpieza, orden y autoridad, también debemos exigir libertad de expresarnos, de recibir un buen servicio, de no ser discriminado, de ser escuchado. Lima es una ciudad donde aun persiste intolerencia, racismo y discriminación, y eso es inaceptable. La autoridad municipal tiene una obligación para corregir estos graves problemas públicos.
Necesitamos recuperar la confianza entre el vecino y la autoridad municipal. Las mejores instituciones públicas construyen burocracia competente con mejor comunicación, mejor trato al vecino, mayor transparencia. Debemos aprender a exigir calidad de servicio y el funcionario debe trabajar para eso.
Finalmente, una autoridad municipal debe ser un ejemplo y un referente de convicciones y credibilidad. Un político no puede ser un mentiroso, o un pendejo que habla para la tribuna y luego hace lo que la da la gana. Necesitamos recuperar a los estadistas, para que nuestros jóvenes encuentren en los gobernantes esa verdadera vocación de servicio que los llame a trabajar y colaborar para su ciudad y su país.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)