viernes, 21 de agosto de 2009

Defendiendo a los burócratas: el compromiso de la calidad del servicio público

Hoy en un mitín en Carabayllo, el Presidente de la República dijo que la descentralización popular buscaba darle al pueblo la capacidad de hacer sus obras, para que no dependan de una burocracia inoperante que además, permite que “desaparezcan” las bolsas de cemento. Todo el público aplaudió.

El Presidente ha dicho la verdad, hay ineficiencia y hay corrupción en la burocracia del Estado. Lo que no se ha dado cuenta el Presidente, es que él es el jefe de todos los burócratas. Por lo tanto, si bien nadie le pide que oculte los problemas, también es cierto que un Presidente, como un general del Ejército, no maltrata jamás a sus tropas en público. “Premia en público, castiga en privado” primera regla de un líder. La lavandería se lava en casa, no repetía eso Víctor Rául?

Este principio de liderazgo existe por dos razones: primero porque ningún jefe es jefe si no cree en su equipo, salvo que tenga una mentalidad rentista o adicción al poder; segundo, porque hay burócratas de primer nivel que no pueden ser incluidos en el mismo saco. Las declaraciones son poco felices porque le trasmite a la ciudadanía un pésimo mensaje: todos los burócratas son iguales, ineficientes y corruptos.

Como todos los peruanos, he sido usuario de los servicios públicos y he tenido que lidiar con la burocracia. En su inoperancia y lentitud, para sacar un certificado municipal, un trámite engorroso en el poder judicial o para concursar en una licitación pública. Así también; en su corrupción cuando algún policía o asesor judicial pide coima, o algún funcionario pide “apoyo” para aprobar un proyecto o un permiso.

Sin embargo, también me he sentido orgulloso de muchos burócratas que hacen bien su trabajo. Cuando un policía sanciona a una combi irresponsable que casi me atropella, un maestro de escuela rural que cada centavo lo invierte en mejorar su biblioteca, una obstetra que viaja 15 horas en pequepeque para atender sus pacientes, o cuando un funcionario de proyectos le para el macho a una constructora inescrupulosa para que haga la obra pública bien y no le pase facturas inútiles o fantasmas.

Los peruanos debemos saber que lo bueno que tenemos en el Estado se debe a esfuerzos para construir buena burocracia. La SUNAT es un ejemplo del trabajo en los 90s, el IDECOPI, el Banco Central de Reserva, el SNIP (a pesar de debilitamiento). También debemos saber que actualmente hay varias reformas silenciosas en el Perú: desde el nivel nacional, la formación de gerentes públicos con SERVIR, el presupuesto por resultados desde el MEF, la agilización de trámites municipales de la PCM, la aplicación del nuevo código procesal penal, entre otros. Desde el nivel regional y municipal, numerosos esfuerzos de participación local en los servicios básicos como educación, salud, entre otros. Les recomiendo dar una mirada a la página web de Ciudadanos al Día.

Las mejoras burocracias del mundo protegen a sus funcionarios. Saben que ellos no son máquinas y que apunte de leyes y dispositivos no van lograr mejorar sus desempeño. Hay un trabajo de motivación e incentivos que se tiene que hacer para mantener la vocación de servicio, eficiente y comprometida. Un funcionario no tiene la lógica privada del cliente “al que paga más, le da más; al que paga menos le da menos, y al que no paga no le da nada”. Un funcionario trabaja para el interés público, con orden y transparencia.

Ciertamente, la gran reforma pendiente en el Perú, yq ue otras burocracias en el mundo lo han logrado (Australia, Francia, Dinamarca, Suecia, Canadá) es que nuestros burócratas sean medidos por su desempeño pero en base a resultados. Que dejemos ese ADN del siglo pasado que mira los procedimientos en vez del resultado, que es lo esencial (disculpen mis colegas burócratas abogados, buenos defensores, pero malos delanteros). Como lo escuchamos en el mensaje presidencial de 28 de julio “buscar argumentos para decir sí y sacar las cosas adelante, y no buscar argumentos para decir no”.

Sí señor Presidente, hay buenos burócratas, que trabajan para un objetivo que el Perú necesita a gritos: el compromiso en la calidad del servicio público. Ese es el mensaje público que los peruanos queremos escuchar, quizás no le aplaudamos al comienzo, pero sí lo vamos a reconocer.

m/p

Lima, 21 de agosto de 2009.

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