domingo, 2 de agosto de 2009

Lo bueno y lo malo de la descentralización popular

Lo bueno y lo malo de la “descentralización popular”
Por Miguel Prialé Ugás

El día de hoy el Presidente ha publicado un extenso artículo defendiendo los núcleos ejecutores de la anunciada descentralización popular. Resulta interesante observar la reacción de Palacio a las críticas pues demuestra que existe una alta prioridad y expectativa sobre la puesta en marcha de esta propuesta. La idea no es novedosa. Ya se ha aplicado y se aplica en el Perú, por lo tanto es posible afirmar lo que ha funcionado y lo que no ha funcionado. Veamos y analicemos en ese orden.

¿Dar recursos públicos directamente a la población ha tenido buenos resultados en proyectos? Sí, pero bajo ciertas condiciones. La primera es que existan reglas de rendición y control muy claras. Segundo, que la supervisión sea conjunta entre la población y la entidad pública. Tercero, que existan compromisos viables para el mantenimiento y operación. Cuatro, que esté circunscrito a cierto tipo de intervenciones de baja complejidad: asistencia técnica, reparaciones de infraestructura menor: caminos, escuelas, riego, entre otros.

Existen experiencias positivas que el gobierno puede tomar como ejemplo. Pronamachcs y Foncodes no lo son, y es inexacto que esas instituciones hayan tenido un comportamiento de gestión impecable y transparente. Sería muy útil publicar los informes de evaluación y auditoría de los últimos 10 años en estas entidades. Casos contrarios han sido los Proyectos Corredor Puno Cusco, Marenass y Sierra Sur de Agrorural en el Ministerio de Agricultura, los cuales, mediante mecanismo concursables muy claros, le han sacado literalmente el jugo a la plata pública. Las comunidades y las familias han hecho buenas obras, útiles, durables y de rápido impacto, especialmente, en el campo y en las familias más pobres.

Otros buenos ejemplos han sido los programas de mantenimiento de caminos rurales implementado por el MTC, y ahora la publicitada Sierra Productiva donde la población ejecuta sus obras de riego tecnificado y asistencia técnica. Ciertamente, estas experiencias fortalecen la descentralización participativa, favorecen los espacios cívicos y promueven la creación de organizaciones en la sociedad civil. En buena cuenta, institucionaliza las fuerzas locales y regionales. Asimismo, es necesario reconocer que favorece los espacios de aprendizaje para el desarrollo de competencias y de prácticas democráticas.

Sin embargo, es necesario advertir riesgos y desinformaciones sobre los núcleos ejecutores. Primero, no es un mecanismo para agilizar el gasto. Es imposible que ellos logren gastar a niveles tales que reviertan los bajos niveles de gasto en inversión. Ese resultado se tendrá con obras de mediana y gran escala, y eso es trabajo del Estado directamente. Segundo, no es exacto que en el Estado estas obras tendrían “severas exigencias de inversión que demoran años”. Hoy, el SNIP pide una ficha simplificada que se aprueba en 05 días y el proceso de licitación es muy rápido. Las exigencias de rendición y supervisión deben ser iguales o más rigurosas para los núcleos ejecutores.

Una mala señal ciertamente es encargar esta iniciativa a Foncodes, que es uno de los dinosaurios más recordados del centralismo y el populismo del gasto público en los años 90s. Esa contradicción con el mensaje de la descentralización popular debe corregirse. Lamentablemente, Foncodes es quien tiene el marco legal para dar plata pública a la población en obras. Lo más sano es que sea una política nacional, para todos los niveles de gobierno pero con un ente rector regulador nacional. Se espera entonces una propuesta concreta en los próximos días, especialmente en las reglas para la distribución, asignación y control del gasto, tal como lo ha expresado el Presidente en su artículo. Tarea para el nuevo gabinete.

Un error conceptual es pensar que los núcleos ejecutores son la herramienta para que la plata pública llegue directamente a los más pobres. Es una herramienta sí, pero no es la más importante. La inversión pública de mayor impacto en las zonas de pobreza extrema está concentrada en carreteras, agua potable, electrificación, acceso a buenos servicios de salud, calidad educativa, etc. Por lo tanto, la descentralización no debe ser una estrategia de fachada que permita al Estado evitar asumir sus responsabilidades.

Finalmente, y buscando los argumentos para decir sí y eliminando aquellos para decir no. Los núcleos ejecutores son una buena estrategia para fortalecer la democracia participativa, especialmente en los gobiernos locales y en los programas del Estado con obras de baja complejidad. Necesita un marco legal con reglas de supervisión y rendición simples pero rigurosas. Es necesario eliminar cualquier elemento de duda o desconfianza de intervención política partidaria, la participación de Foncodes no ayuda a este propósito. Lo más recomendable es que este esfuerzo recaiga en un Comité Multisectorial con participación de la sociedad civil. Esperemos una rápida reacción y propuesta del Premier Velasquez Quesquén, a fin de no repetir anuncios presidenciales con mucho ruido pero sin pocas nueces.

Lima, 02 de agosto de 2009.

No hay comentarios:

Publicar un comentario